¿Después de Escocia, Catalunya?
Esther Vivas
Escocia ya ha votado, ¿Catalunya lo va a hacer? El parlamento catalán ha aprobado este viernes la ley de consultas que así lo permite. Un 78,5% de la cámara le ha dado su apoyo. Y lo que es más importante: un millón 800 mil personas lo exigieron el pasado 11 de septiembre en una masiva movilización en la capital catalana.
Sin embargo, el Reino Unido no es España, ni David Cameron es Mariano Rajoy. No lo digo porque tenga una especial simpatía por el “Imperio británico” ni por su primer ministro, más bien al contrario, no olvidemos el pasado opresor y colonial del Imperio y la política de recortes de los conservadores. Pero sí que estos días hemos visto que en algunos países hay una democracia de primera y en otros una de segunda. Y la democracia española, visto lo visto, está a años luz de jugar la Champions.
Aunque esto tampoco nos tendría que sorprender. El mismo presidente y su partido que no permite el derecho a los catalanes a votar es el que no quiere tampoco manifestaciones frente al Congreso de los Diputados. A algunos el derecho a decidir, ya sea de los pueblos o de las personas, les da miedo, mucho miedo. Su partido acólito, aquel que se viste de renovación para que todo cambie sin que nada cambie, esto del “derecho de los pueblos” también le pone nervioso, en la línea del nerviosismo que gasta con aquellos que ocupan calles y plazas, ya lo vimos con el Sr. Zapatero y el 15M.
Apelan a la legalidad de la Constitución, pero ¿qué Constitución? ¿Aquella que garantiza el derecho a la vivienda, pero desahucia a miles de familias mientras agacha la cabeza ante la banca? ¿La que se aprobó en una Transición tutelada por los militares? Se llenan la boca de legalidad, pero ¿qué legalidad? ¿Aquella que permite que miles de personas sean estafadas con total impunidad con las preferentes? Si el movimiento de los indignados nos enseñó algo es que ante la “legalidad” de unos pocos prevalece la legitimidad de los muchos.
Ocupar una vivienda vacía en manos de la banca es ilegal, sin embargo es del todo legítimo tener un techo bajo el cual vivir y acostarse, y más aún cuando esta misma banca es la que te ha echado de tu propia casa y endeudado de por vida. Que un pueblo pueda votar tal vez sea ilegal, así lo han anunciado por todo lo alto estos días el Sr. Rajoy y sus secuaces, que lo han dejado todo atado y bien atado para ilegalizar la Consulta, pero un pueblo tiene derecho a decidir libremente su futuro.
Defender el derecho del pueblo catalán a votar y defender la Consulta no es defender ni el Gobierno de CiU ni el de aquellos que señalan que Madrid nos roba. En Catalunya, como bien ha demostrado el Caso Pujol, tenemos los ladrones en casa. Y esto, a pesar de lo que digan algunos, no hace sino reforzar el proceso soberanista, porque señala claramente cuál es la antítesis del país que queremos. Más que nunca, las aspiraciones sociales se unen con las nacionales, unas y otras son inseparables, y es imprescindible fortalecer este vínculo.
Queremos votar porqué es nuestro derecho como pueblo y queremos votar para intentar construir un país mejor. Conseguirlo, no será fácil. Pero, el debate sobre el derecho a decidir y la independencia abren la puerta a intentarlo. No olvidemos que la crisis de régimen se da en un contexto de crisis política, económica y social, que permite intuir lo imposible como posible. Si el 9 de noviembre pierde Rajoy y la Consulta se celebra, no solo gana el pueblo catalán, ganan también todos los ciudadanos del Estado español contrarios a un gobierno autoritario y a su política de recortes.
Después de Escocia, ¿le llega el turno a Catalunya? Así, muchos lo esperamos. Y anhelamos contar con el apoyo de las “hermanas y hermanos” del resto del Estado. Con aquellos que más allá del Ebro quieren también otro país y otra democracia. La solidaridad de los de abajo frente al autoritarismo de los de arriba.
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